"¿Realmente desea oir la voz de Dios?"
Cómo decide usted responderle a Dios, es más importante que oírle hablar. Él no solo habla para ser oído, sino que habla para ser obedecido.
La respuesta apropiada. Dos requisitos esenciales para oír con claridad a Dios son: tener una relación con el Señor, y someternos a su plan para nuestra vida; es decir, responder en obediencia a su voz. ¿Estamos dispuestos a que Él nos hable?
Cuando yo buscaba oír la voz de Dios con mayor claridad, Él me permitió encontrarme con Mary Elaine Cline. Su estilo de vida y experiencia con Dios despiertan el apetito de todos los que la conocen. La vida de Mary Elaine es una clara demostración del poder de Dios.
Recientemente hablamos acerca de por qué algunos creyentes experimentan el poder de Dios más a menudo que otros. Nunca me olvidaré de su respuesta. Me dijo:
–Pienso que veo la actividad sobrenatural de Dios con tanta claridad en mi vida, porque he decidido que la única respuesta apropiada para Él es la completa obediencia. Me he comprometido a obedecer su guía sin importar cuán absurdas puedan parecerme sus instrucciones.
Esta clase de respuesta establece el fundamento para que Dios haga cosas increíbles en su vida.
Cómo decide usted responderle a Dios, es más importante que oírle hablar. Él no solo habla para ser oído, sino que habla para ser obedecido.
Una y otra vez Dios demostró su poder en Abraham y por medio de él, porque Abraham estuvo dispuesto a obedecer en todo lo que Dios le dijo. Abraham "fue llamado amigo de Dios" (Santiago 2:23), no porque oyera la voz de Dios, sino porque se comprometió a obedecerla. La obediencia no es solo la llave que mantiene la puerta de comunicación abierta entre usted y Dios, sino también la única respuesta apropiada cuando Él habla.
Uno de los actos deobediencia más increíbles de Abraham fue cuando Dios le dio unas instrucciones muy sorprendentes: "Toma a tu hijo, tu único, Isaac a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré" (Génesis 22:2). Dios le había prometido a Abraham una gran nación. Ahora le pide algo que no solo parecía poco razonable, sino que contradecía su propia palabra.
Hace poco hablé ante un grupo de mujeres en un retiro en California. Durante la reunión una señora nos dio a conocer su testimonio de cómo Dios la usa para ministrar a los niños en Jamaica. Mientras ella hablaba sentí que el Señor me impulsaba a bendecir a esta mujer con una ayuda monetaria específica. La impresión que el Señor hizo en mí fue tan fuerte, que no dudé de que Él me estuviera hablando. Me gustaría poder decir que lo hice sin ninguna vacilación, pero lo debatí con Dios por un tiempo. La cantidad que yo sentía que Él me animaba a dar era grande. Mi esposo y yo nos encontrábamos en medio de una gran transición financiera, y dar esa cantidad a alguien en ese momento parecía algo ridículo.
Cuando el pensamiento persistió en mí y mi conciencia guiada por el Espíritu me llevó a la convicción de hacerlo, di ese dinero aunque hacerlo no tenía gran sentido para nuestras finanzas. A los pocos días, vi la evidencia del favor de Dios en mi decisión de obedecer.
La respuesta de Dios a mi obediencia fue tan abundante, que de inmediato empecé a lamentar las muchas veces que consideré que el camino de Dios era demasiado difícil y elegí otra opción.
¿Cuántas veces he perdido las bendiciones de Dios en mi vida? Quiero ver la actividad sobrenatural de Dios en mi vida, no quiero solo oír acerca de ella o verla desde lejos. Quiero experimentarla. Así como la obediencia difícil de Abraham le dio resultados sobrenaturales, también la suya los cosecharán.
Una y otra vez, Las Escrituras dejan bien claro que el factor determinante para experimentar a Dios, es la obediencia. Tenemos que aprender el hábito de la obediencia sin importar nuestros sentimientos. La parte más difícil de oír la voz de Dios es obedecerla.
Dios sabe lo que es mejor, y solo pide que obedezcamos para que podamos experimentarlo. Él desea bendecirnos con sus dones más especiales; los vivimos cuando nos comprometemos con la única respuesta apropiada: obediencia completa.
Tomado del libro: Discernamos la voz de Dios de Editorial Lifeway Español